Una se sienta
frente al espejo
y lo primero
que ve son deseos insatisfechos.
Lo peor son
unos surcos por donde la vida
pasa dejando
su huella sin contemplaciones,
marcando un
camino que no recuerdas haber andado.
Bofetones
asestados sin manos
congelando el
asomo de alguna mueca parecida a una sonrisa.
No es
necesario cambiar, sólo asumir
que nunca
sucede un siempre.
Basta con
vestir las ventanas con proyectos de luz
y tirar por
la borda los recuerdos que muerden.
Sólo así se
desvanecerá la tristeza.
Únicamente
los tontos insistirán en echar raíces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario